La guerra del agua
Bebo en seco, piedra
sobre piedra, un destino
de soledad caliente, cuando
se palpa todavía en la pared
la arena que llegó con el viento,
dicen que ya no queda
humedad suficiente para hacerse
una idea decorosa
de lo que fuera llanto o sed,
ahora me conformo
con mantener erguida la mirada,
anacoreta de las lágrimas,
pocas, tan pocas lágrimas, que duele
hasta pensar en ello.
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