lunes, 5 de agosto de 2019

No queda nada





La noche tiende un cerco
sobre el aura caliente del rebaño,

las esquilas tiemblan
como aristas de hielo,
un cielo de grava se derrama
sobre el acre olor a estiércol,

hay garras atentas de gramínea 
entre el sueño y la espera interrumpida
por un latido sordo de mastines,

volver un día a la pradera 
celeste con los pies heridos
por el cristal de la memoria.

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