Hasta allí llegó el predicador
con la cantimplora y las alforjas ya vacías,
sus ojos y su boca mostraban un hambre incontenible,
cuando reunió a unos cuantos tan hambrientos como él
les explicó los pasos para convertir la sed en vino,
rozando muy de paso el turbio asunto de la multiplicación,
antes de la hora de comer todos cantaban abrazados
asunción, asunción
echa media de vino al porrón,
su alegría todavía se recuerda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario