Es como asistir
en mitad del desierto a una
representación de teatro donde todo
lo que imagines pueda suceder,
incluso que la muerte se acerque sonriendo
con su mellada dentadura y deposite
en la ventana ciega del poniente
un gran ramo de rosas
esperando a que el verdugo
reciba unas monedas de la víctima
antes de telón final.
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