En el penal los presos recorrían
el desolado patio pegados a los muros,
importa que la rueda gire aunque no se mueva,
qué frío cuando sopla
el viento del oeste cargado de humedad,
es tan larga la fila como la impiedad de la condena,
arriba las gaviotas
vigilan sobre el aire enfurecido,
y dan más miedo sus pupilas rojas
que el paso indiferente de los años.
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