Cuando estés más tranquilo
toma unas varillas
metálicas, a ser posible de latón,
mételas en las burbujas de tu copa
y aprende de ese ácido sabor
a blindar tus impulsos
contra la tentación de la premura,
luego
podrás bajar a la calle con tu bolsa
de tela verde y pedirle al panadero
unas barras de poesía cereal
y compartirlas con los pájaros.
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