lunes, 8 de abril de 2024

Salto a salto hasta el crujido de dolor, el hueso perforado por la termita de la edad, de entonces es este sonido a cielo agujereado, visillos tan gastados que el aire los traspasa sin alterar su ligereza; hasta la vista topa con el muro pintado y se equivoca nombrando pájaros por el sonido de su canto; qué desastre tener que consultar la enciclopedia

 



Y ahora nueva deuda con la temporalidad, 

las estaciones pisándose el terreno unas a otras, 

los pájaros sin voz y sin embargo 

me detengo a pensar en golondrinas,

cómo puede ser que también eso se deba a la costumbre, 

no verlas ya si todo el campo las florece

como una ausencia innecesaria,

seguir mirando el cerco de barro en el alero tan pegado a la cal, 

ensombrecer el gesto con la mano mirando para arriba, 

si no hay mosquitos, si todo se reduce a charla de gorrión 

y cacareo de incrédulas gallinas,

media cuesta de abril y aun no aparece

la tobalina de agua, tanto sabio refrán y el barro

sigue secándose en el alfar del río.



Zona B:

Israelíes: no os refugiéis en eso: no se os odia, en todo caso se os teme. Pero pensad en ello, es muy difícil que un sentimiento de fragilidad tan clara como el amor pueda arraigar en algo que se teme.

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