martes, 2 de abril de 2024

Va muy lento el burro, corazón, bájate ahora que el camino pica hacia arriba y que descanse un poco, las alforjas ya pesan lo suyo y a ti te sobran fuerzas para llegar a la colina; sí, bájate y haremos hambre antes de llegar a la posada, ¿no te parece estimulante este olor a tomillo que trae el viento mezclado con el canto de los pájaros?

 



Me dicen 

que algún dios menor llegó después, vestido de mendigo,

huidizo y como extraño en el lugar que él mismo tuvo a su cuidado

antes de que lo echaran del olimpo,

sus barbas eras grises, descuidadas, y su mirada estrábica

intentaba posarse en los macizos de begonias,

tal vez buscando caracoles para hacerse un collar y congraciarse 

con el tribunal que le obligo al exilio,

pero un municipal le denunció por invadir espacios amparados

por el cartel de no pisar -vietato campestrari fiori-,

estuvo detenido y se negó a comer, aunque se sabe

que los dioses no comen por necesidad sino por ansia,

cualquier motivo vale para emborracharse y alcanzar las molduras

del altísimo techo donde cuelgan las telarañas del nirvana.



Zona B:

Todos contra ti, tú contra todos, hasta que la tierra tiemble bajo los pies y ofrezca abiertas las puertas del infierno. A él, al genocida ¿qué más le da, si ese es el futuro que le espera?

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