jueves, 27 de diciembre de 2018
Elevar esto a potencia
Si fuera el enemigo apostaría por la descrucifixión,
juraría en vano y ya no habría
suficiente deidad en ese trozo de madera muerta,
opta por ello, por lo duro y pobre, que así
se afianza el músculo y se sublima la leyenda,
se arriesga sólo aquello
que pelea dentro, lo que abolla
el metal amarillo que corona de sal y gloria
a los conjurados del temor,
y aunque
viene de muy lejos, -de la mano del descendimiento-,
cabecea bajo el sudor de una incertidumbre,
tiembla por no atreverse a desandar
lo ya pisado y echarle un pulso
al sublevado corazón, suyo es el reino,
su territorio en ciernes, la posada, cuando apenas
lo recorrido es mensurable.
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