viernes, 7 de diciembre de 2018
Por su lengua se les juzgue
Repárese que justo en ese
lúcido momento cae la lógica,
y del desmoronamiento de lo cúbico
surge una espuma que coincide
a duras penas
con el run run del que todos se hacen eco.
Quien decide la forma es el enfermo,
el ser translúcido,
perdido ya el nivel y entrado en pérdida
definitiva tras la llave -se supone-
del desván de la imaginación,
justo en ese instante es alcanzable
el grado afín de calentura
en el que ficha y contenido se hacen uno.
Que alguien me diga quién tiene la razón.
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