lunes, 17 de diciembre de 2018

La felicidad es el olvido





Venimos de ese piélago
cenital y tan oscuro como el alma
deslumbrada de teresa de cepeda, como ella
porfiamos por la espuma de la llama, 
combatimos el remordimiento
entre lo fortuito del contacto y la presencia conjurada, 
lejos
de cualquier multitud, cercados por un aura
de proximidad, pero sin gente, 
ni siquiera los dioses singulares del dolor prosaico.

Venimos de ese
desalentado amor o miedo, cera sin pausa levitando
sobre la forma y el deseo,

pero cuando has llegado a ese nivel
descubres agujeros en las cosas
que no puedes tapar y se va todo por ahí,
como el agua por el sumidero.

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