Se ve el cartón
Llora el padre al hijo espiritual,
los chorros de serrín imitan
al surtidor y a la sufrida lágrima,
pulido el gesto de puñal con el que suele
disimular su amor y su blandura.
Pero nadie consigue emocionarse,
es tanta la pobreza de recursos
que la historia se ahoga en el guiñol.
Una
cosa te digo, si no fuera
por ese olor a entraña maderera
le prendería fuego
al metaforismo exagerado
de esta etapa tan triste de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario