La música obsesiva
Por las crónicas
supimos de aquel lúdico sonido
que acababa siempre en destrucción,
hacían arder las casas y buscaban
el oro en las pavesas que volvían
a caer en sus manos,
jamás había sangre, una palabra
pronunciada al revés, en otra lengua,
pero el llanto ayudaba
a sofocar las llamas
y el olor a ceniza conservaba
vivos los alimentos inmolados,
la barbarie
nos subió a su regazo
y nos dio de mamar,
había que apurar esa experiencia.
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