Plaza del rollo
Lo ello sube
sobre el forfollo de lo nuestro,
siempre hay detrás algo vacío,
algo que ardió y espera
espartos literarios para deshacerse
del olor a quemado,
de fuera vino el fuego
contra el sarmiento coloquial,
por él subía a borbotones
la rabia húmeda del verbo,
en el fondo
todo se reduce a eso:
afilar y afilar la acequia
hasta que el agua olvide su dolor
(ya, nada),
queda erguida
la letra capital del pueblo
en que quemaron al hereje
por podar la prosa en primavera.
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