Abrirse a faro
Abrirse a faro
a intervalos de plata y negro,
nada
es comparable al hipnotismo
de la iluminación,
cegados por lo báquico y alerta
al desasosiego cruel de la vigilia,
delante el ángel
o su cansada maquinaria
de interpretación solar de los enigmas
que a dios aluden,
y acaso
desencantados del polvillo
de luz que entra en los ojos
a pesar del empeño
tenaz por ventilar la habitación.
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