Un final de aventura
Tenía forma de brasa la locura,
a lo lejos brillaba y te animaba
a dar los pasos necesarios
para reducirlo todo a un círculo,
-ida y vuelta a la vez- y echar el mundo
a rodar cuesta abajo,
como si fuera el aro poderoso
de la niñez,
ahora el libro está cerrado,
y los ojos de fuego
del anciano bribón que se burlaba
de su propia cordura brillan
como dos diminutas lineas rectas:
el signo igual de tantas aventuras.
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