domingo, 31 de mayo de 2020

Un nombre que nunca pronuncié



                      (asomarse a la pendiente por la que Lula se fue)

Una desgarradura
en el atuendo del domingo, 
una ventana 
con nido, abierta
franciscanamente al aire
enredado de trinos, una
libertad atada a los amarres
de lo que no se ve, la siempre
prometedora lejanía dando
curva al árido espejismo
del calor, las gotas ácimas
del llanto que no llega y el silencio
que ya no ladrará cuando le animes
a correr tras la pelota del consuelo.

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