Al fin le fue asignado un territorio,
antes se escondía en el hangar donde los ángeles de hierro
soñaban con la muerte,
él era invisible, simulaba los ruidos del ratón
y mordisqueaba los chips que daban riego
al caudal digital de sus circuitos haciéndolos inútiles,
no lejos de allí se alzaba la abadía de san Miguel,
un claustro con ortigas y hojas de acanto
y el techo azul de las estrellas,
allí vino a dormir su último sueño
una noche templada de noviembre
y allí encontró el descanso,
una diminuta chispa de metal vino a alojarse
en su parietal izquierdo dejándole una flor roja
similar a la sangre del geranio.
Zona B:
¿Llegaremos a ver a un Absalón disputando el poder al "rey", o a un Joab llevando la cabeza del traidor ante la asamblea soberna? La Historia y la leyenda suelen tender a repetirse.