Era feroz,
su cara desunida de los ojos,
estos cerrados o caídos,
pena daba ver tanta tristeza
envasada en tarritos de veneno,
no químico, casi espiritual viniendo a más,
las manos muy peludas y el arco de la frente
tan marcado como un portal románico,
forzar su lengua era invitarle a enseñar los dientes,
sin embargo con la boca ya abierta y en silencio
era posible oír su pensamiento.
Zona B:
El imperialismo que renace viene con la marca de una vieja enfermedad, la lepra del dinero que ve a los diferentes como esclavos y a toda costa quiere someter a quien levante la voz contra su pensamiento monolítico. (Ver los viveros de Wall Street y las cavernas del sionismo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario