En una isla al norte,
sumándose a la sombra que llueve de los árboles
el pájaro perdiz o la oropéndola, su presencia
con viento ingrávido del sur, elongaciones
de faisán desde el comienzo de sus plumas,
lo más feroz sus ojos, ni siquiera su voz
que apenas llega a canto, surge de entre las hojas,
silba y a pasos largos cruza la propiedad
donde ya no crecen flores.
Zona B:
No permitamos esa burla al genocida. Su hijo ha tenido que aplazar su boda por la guerra y él lo considera comparable al sufrimiento soportado por el pueblo palestino. Qué bárbaro cinismo.
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