De los días en blanco
Deseándole al bolígrafo
una gota de sangre para hacerse
respetar por la paz equidistante,
la historia no se escribe
a empellones de almagre, ama
la palidez con que se viste el miedo,
de ahí su enfermedad de pergamino,
qué más da que llueva
sobre la sangre seca o sobre ese
cantar de gesta tan pulido
de los cantos rodados si no logra
que deje de sonar y soñar,
la tinta azul o negra no combate
al color diferente, canta
en el idioma muerto de otra edad.
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