Mal de altura
Todos los otoños
hay un revuelo de hojas de oro
mezclándose con las grajillas
en las alamedas bajas de Zamora,
a esa altura Justo Alejo
mira hacia abajo, renunciando
a cantar el número cabal
de las tejas imbricadas
en el cimborrio de la catedral,
él sabe
que siempre fue bajar lo más difícil,
y a pesar de que sigue
desorientado por el vértigo,
consigue que la piedra
se vista del color del jaramago
sin renunciar a su alta dignidad.
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