Del libro de los arrebatos
Paso a paso
fui reconstruyendo
el esfuerzo del catecúmeno,
su voz
levemente suplicante, su temor
al vacío, su quietud
de cera estalagmita,
horno llama a dios pidiendo
combustible,
dios sólo devuelve
llamaradas frías
y el silencio
acaba perforando el corazón
como una chimenea
que desagua cansancio,
después todo se vuelve oscuro y bronco
como voz de patrón.
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