Una secuencia interminable
Sepia, no me mires
con ese humor anfibio,
tan convulso e inmóvil,
de intensidad variable dando
a la rueda del disfraz y haciendo
que me sienta
paralizado como un niño
al que abandonan en la feria
en la pista implacable
de los coches de choque,
ondula tu faldón
hacia los lados turbios
y que yo pueda
cerrar los ojos sin estremecerme
entre tantas luces parpadeantes.
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