viernes, 14 de febrero de 2020

La dura profecía de la hiel





Sal, saliva, amasa el barro
sobre la niebla de tobías, puebla
de golondrinas los aleros 
de la gentil arquitectura,
ahora que no queda
bilis para todos,

que no quede escuela,
templo, palomar o cárcel
sin la maldición del que se duerme
a la sombra del muro del estadio:
los ojos sean eclipse,

que todo
ha de saberse y todo
se vestirá de noche hasta que vuelva
a reinar el agua en el desierto.

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