Examen para pintores
Para tu atención en ese
adelgazamiento de la voz: no dices viento,
no dices aire, ni siquiera brisa a vendaval,
renuncias
a palpar a ciegas, en la cara insiste
una piel doblemente estimulada
por el vaivén de los sentidos,
que no es el frío, no,
que no es sintaxis de proximidad
ni abundancia léxica o recurso
de siglos de oro acumulados,
podría ser el espejismo
del ensoñamiento vespertino,
cuando la luz decide
quedarse a contemplar el fin del día.
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