Algo enquistado en la memoria
Dejar que suene a catedral
el arrastre de suela, siempre
vacía aunque esté llena
y más aún si no lo está,
que suene
a flauta dulce la columna,
el arbotante a paso
lejano de caballería, a granizo
el temblor de las vidrieras
por más que sean azules
sus sangrantes heridas,
podría congelarse
esta noche visible y trasportarla
como un incienso asustadizo
al exterior y darle forma
de inmaculada concepción.
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