El ogro cena en casa
Ojalá fuera un dardo
lo que se enfila con silbido
hacia la inocencia de la diana,
-que nada de inocente tiene,
más bien de casquivana o presuntuosa
habría que tildarla-,
o que el miedo
viniera del lado sur, el lado
del que alborotan las gaviotas,
y fuera un simple grito sin sentido
ni mensaje encriptado,
en ese caso habría
que organizar una batida
de arqueros avezados para darle
a la alta caza alcance
y regresar a casa
con algo sustancioso
para una cena memorable.
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