Que todas esas
entrañables espinas de color,
y el viento remojado
en azulete y malva quieran
jugar a ciegas con nosotros,
dime
cualquier adivinanza, algo
con acidez de trabalenguas para
que el juego continúe
a pesar de los duelos
que hacen torcer el cuello a la nodriza
que amamanta al cerdito destetado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario