Se había preparado con esmero
la celebración de la efemérides,
el sol, los pájaros y el viento
renunciaron a siglos de costumbre
y domesticaron sus alardes,
se alteró el sentido
de la circulación y del asfalto
surgieron flores malva, todo
como excepción civilizada
a la barbarie regular,
pero al llegar el día
la ciudad amaneció desierta.
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