Tomad en cuenta esos estímulos
que afloran en la piel cuando se tiene
el presentimiento de algo turbador
girando en las antenas
doradas de la avena loca,
y cegad el ojo triangular de dios
que abrumaba los años de la escuela
desde sus oráculos grabados
a tinta china o a plumilla,
liberando la ciega mariposa
del frío y la orfandad sobre el vapor helado
de la respiración.
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