Y ese tranquilo Job del cuadro
¿qué va a ser de él, ahora
que dios le ha sometido
a infortunio y balance?
todos
sus bienes, sus enfermos
sueños, su mal humor dominical,
sus educados animales y también
sus lepra vesperal descomponiendo
el olor alquilado de perfumes caros
traídos desde la gentilidad,
o todo su oro transformado
en mirra previsora para
momificar las partes blandas
si es que alguna resiste a la dureza
de un amor tan aciago.
Cómo remar contra parábola
ante estos cambios de opinión.
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