viernes, 2 de febrero de 2018

Viva san

Un cuero religioso digno
de culto y relicario,
brazo alzado
en santidad sobre las andas,
las nubes y el incienso,
pasto
de una divinas hambre que dispensan
de ayunos cuaresmales y abstinencias
eternas, azarosas, transparentes.

Vedlo ahí subido, puro vértigo
de su soledad en procesión,
dando tumbos al ritmo de campanas
extrañamente lenguaraces,
siguiéndole el compás sin compostura
al rancio antifonario, -santo,
santo y más santo, reluciente
de tanto beso y roce
de pañito de higiénico croché- ,
cortado contra el cielo riguroso
del verano festivo, no tan alto
como el pendón cofrade, 
casi, casi
blasfemo, indecoroso, si se mira
con ingenuidad curiosa, parecido
en todo, igual a esa
bendición impartida bajo el signo
de un subliminal corte de mangas
coronado con aires
de explícita peineta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario