Ya es festiva esa circunstancia
de leer al revés,
con risa lo que es serio
y con ceño gris lo más festivo,
rueda
un rumor de semillas por el barro
vidriado del lebrillo mientras rumias
un pienso ya ingerido
sospechando
que nada de sabor volverá a ti.
La gracia está en el surco
que escribe sin semilla porque te hace
sembrar al aire cuando miras
las sílabas inertes
de lo reflejado en el espejo.
Y ¿el sentido? No hay
ni habrá sentido, toda
¿la comprensión?
está ya dentro.
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