El aire
imperfecto llega a la ventana,
cuelga a tiras del balcón
sin ser aroma de jazmín
ni guirnalda sonora
de buganvilia,
pero esa es su misión,
abajo
están los ojos contemplando
el hueco transparente y el sonido
que nadie alcanza a vez.
(Texto y fotografía, A. Díez)
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