Un valioso tiempo que perder
El banco en el pasillo
suspende de sus bóvedas oscuras
una tela de araña,
ahí reside el ritmo de las horas:
de cuando en cuando
suena el estertor casi metálico
de unas alas cegadas,
la mosca que entretiene
la espera del final
con ese bordoneo tragicómico.
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