Cuando los héroes mueren o deciden
concederse un descanso, entonces
es cuando las armas,
que ponían nerviosa a la asamblea,
empiezan a ser vistas
como un objeto familiar
merecedor de un lugar de honor junto a la almohada,
como la jarra de agua
o el libro de conjuros
para atraer la lluvia en el verano.
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