Me siento a ver nacer
esa palabra bendecida
por el calor de la penumbra,
el reloj descifra
-más que contar- el enigma del tiempo
poniendo boca arriba
en vergonzante inoperancia
a las horas ociosas,
mientras las palabras van llegando
al aroma otoñal de lo maduro
de las cosas eternas
cuando nos hablan de lo efímero.
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