No han querido las nubes vestir hoy
esa tela vaquera
que tan bien disimula su cansancio
cuando haraganean por al horizonte
incendiado del atardecer,
han adoptado formas caprichosas
y una hierba en los labios
les hace parecerse a un campesino
preocupado por la incertidumbre
de la previsión meteorológica,
aunque todos sabemos que le cuesta
disimular la risa cuando alguien pronostica
lluvias muy probables por el norte.
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