Al aire seco
se debe esta transparencia,
las mañanas de niebla
aclaran los cristales
con los que el mediodía certifica
la salud alpina de los pensamientos,
la sombra no discute con el sol,
define los perfiles
de su vasallaje y vive
la salud paralela de los mitos
naturales y complementarios.
Si no hay final no habrá principio.
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