Hasta aquí llegó
con disfraz de nube y sortilegio
la emperatriz de Saba,
un collar azul de endrinas otoñales
se enrollaba en su cuello
como la serpiente sabia que dictaba
a Salomón sus acertijos,
bebió en el cáliz de oro
del atardecer y de sus huellas
nacieron champiñones,
por eso ahora
se le hacen rogativas
cuando la lluvia se resiste.
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