Subimos a la ermita
de san cristobalón, los cuervos
encaramados a los hombros
de la espadaña se divierten
como niños taumatúrgicos,
lanzando a la zorra los insultos
más divertidos del catálogo
ahora que no hay queso que guardar.
Llegar al otro lado sin mojarse,
frente a inteligencia dolorida
el hambre siempre espera.
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