Construían un puente
antes de fundar -entre dos luces-
el poblado, luego
alumbraban una fuente
de rumor hondo y borboteo antiguo
capaz de hacer brotar los chopos
y poblar la ribera de recuerdos
aún no sucedidos,
reservaban la cima de un alcor
para guardar el sueño de los muertos
y teñían su miedo con el ocre
que antecede al crepúsculo
para hacerse invisibles a la calamidad.
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