El sueño era que el viento se volvía espada
y que el frío lo invadía todo con su lengua silenciosa,
más tarde se le oyó decir: quién podrá cerrar
la resistente herida si ya no se oye el viento
ni el cuarzo colorea su dolor de amatista,
terminó en la playa,
se hundió en las olas,
ya no queda nada visible de aquel niño
que robaba su nombre a las estrellas.
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