Camina por la ley justa del sol
en los días tempranos del invierno,
da los buenos días a los hielos
que el alero esculpe y sacrifica
el calor de sus manos al braceo
de un arduo camino entre puñales
de luz helada,
va pensando en cómo
transgredir esa ley tan espartana
del milagro pobre que ni a comer ayuda,
por eso, de vez en cuando, sopla
su seráfico aliento
sobre los dedos ateridos,
mientras pronuncia un éffeta dudoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario