De Consolatione, De Amicitia,
así cursaban los antiguos
filósofos la prédica constante
de su necesidad de resguardarse
de las amistades engañosas,
iban
tan necesitados que adoptaban
esa actitud estoica que conmueve
el alma de las piedras, luego
el escultor se encargaría
de perpetuar el gesto teatral
sin una gota de color o sangre.
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