Cuando me desespero
presto sin querer mis alas de humo
a los ángeles bobos que prefieren
el parpadeo silencioso ante la realidad
al huracán de luces y jadeos
que levanta en los ojos soñadores
una ilusión cogida por los pelos,
después tal vez me vaya
a dormir con ellos, convencido
de que la borrachera mía es la mejor.
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