domingo, 26 de noviembre de 2017

Diagnóstico

Por la senda del trigo,
entre la hierba marginal que imita
un humilde oleaje,
oro verde y espuma de amapolas,
alguien a quien conoces
sólo como figura, no su nombre
ni su origen secreto
camina lentamente.
Parece disfrutar con el paisaje,
se conmueve
con un verso de Hesíodo.
Sostiene entre los labios una brizna
de finísima hierba. Parece satisfecho
del rumbo de la vida, esa vida
que desarrolla un orden y bendice
a los hombres de buena voluntad.
Su edad no sobrepasa
la mitad de la media establecida
por la fría estadística, ese dato
que no puede fallar a grandes rasgos.

Pero el rasgo es pequeño, su figura
-esa que ya conoces, no su nombre-
es un grano de trigo en la distancia.

Si estuvieras más cerca notarías
que aproxima a los ojos un pañuelo
de papel reciclado, un simple clinex
en busca de una lágrima
(notad el despilfarro: una lágrima
para un solo pañuelo o un pañuelo
para una sola lágrima).
¿Es débil de carácter, le traiciona
su antigua militancia ecologista
ante el pavor del campo masacrado?

Si estuvieras más próximo podrías
saber su identidad, origen griego
a juzgar por su esdrújulo apellido,
que pronuncia despacio, separando
las sílabas: metástasis, metástasis
y veinte veces más.

Acaba de morir y aún sigue vivo.

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