Silencio por doquier,
cada adoquín, una palabra
a punto de nacer, parca en sonido
aunque eficaz y arrojadiza,
y eso que el eslogan es que calle
quien no sepa apoyar su pensamiento
con la subjetividad activa de su tiempo.
Lo dijeron las flores:
el hambre se entretiene con miradas,
la guerra y el exilio lo negaron
con evidente obstinación.
Pues bien, comamos flores,
así tendremos fuerza
para lanzar más lejos la palabra.
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