Las virutas señalan al oráculo
Se dirigían siempre a ella
como la verdad y cuando envejeció
la enterraron aún viva
en el mausoleo de la historia,
cada año celebraban el recuerdo
de aquel sarmiento repujado de oro,
le aspergeaban con agua perfumada
y le ponían granos de sal sobre la frente.
Pero ante la gran encrucijada
se le preguntó por el camino
a seguir y sus mandíbulas se abrieron
en en un rictus risueño, como si dijera
a mí qué me contáis.
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